Rocío,
mientras duermo,
cristalizas la corteza de los cuerpos
estáticos.
Rocío,
mientras sueño,
me retuerzo para no caer en tus brazos.
El suelo cruje quejoso
cuando pasas por encima suyo,
los cristales,
vanidosos,
no te temen
porque ellos ya son
lo que tu quieres que sean:
cristal,
un mundo de cristal.